Por Ezequiel Vega / Staff Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
Olivier Assayas es uno de los últimos provocadores del cine contemporáneo. No en su significado peyorativo, sino en un sentido necesario, como filósofo del cine que busca poner en conflicto a la noción de la práctica del cine, y a la industria en sí misma.
Admirador del filósofo Gilles Deleuze y del cineasta Robert Bresson, Assayas oficia como puente entre el movimiento de la Nouvelle Vague y el cine francés contemporáneo. La herencia del grupo modeló su modo de ver y entender el cine, y se reconoce como un heredero de las teorías libertarias que aquellos pregonaban. "Para mí, la generación de la Nouvelle Vague impuso, en Francia y en el mundo entero, una concepción moderna de lo que es el cine. Creo que en la actualidad, absolutamente todos los cineastas del mundo somos tributarios de este movimiento”.
Para él, la libertad de la práctica cinematográfica es un derecho ganado gracias a directores como Jean Luc Godard, Jacques Rivette y Françoise Truffaut, y es un legado vital para todo artista. "La libertad es un tesoro precioso, y el deber de todo cineasta es protegerlo”.
Desde su trabajo en la revista Cahiers du Cinéma, fue uno de los que motivó el redescubrimiento del cine asiático. Sus publicaciones sobre autores como Edward Yang, Wong Kar Wai o Hou Hsiao-Hsien, pusieron el foco en obras interesantes que yacían opacadas por los intereses del mercado internacional. Una de sus razones fue su encuentro con la cultura china, que cambió particularmente su sensibilidad. "Tuve el sentimiento de que la contemporaneidad del cine no estaba tan presente en el cine americano o europeo, sino que estaba presente en la energía del cine asiático, y yo me sentí muy interpelado”. Este razonamiento se nutre de su visión del cine como una ventana sobre el mundo.
Para Assayas, "hay una movida de renovación del ámbito del cine independiente, hecha por cineastas jóvenes de México, Argentina, Rumania, Asia. Cineastas que están intentando hacer cosas novedosas, que permiten insertar un nuevo sintaxis en el mundo del cine, por fuera de la industria cinematográfica, que está bastante estancada”. Considera que el cine está en una etapa de clausura, que no se permite un diálogo con otras artes. Y, en el contexto de este nuevo siglo, la multiplicación de imágenes provoca, además, una situación diferente donde el cuestionamiento se dirige hacia la manera de ver el cine y la evolución de la práctica misma. "El cine debe, necesariamente, interrogarse a sí mismo, volverse sobre sus propios registros de representación. No corresponde practicar cine de una manera ingenua”.
El exceso de imágenes genera un caos que sólo el cine puede estabilizar. "Ver cine es mi forma de tomarle el pulso al mundo”, expresa el director francés. En ese acto de práctica consciente y necesaria que pretende del quehacer cinematográfico, plantea la importancia de la creación de discursos que funcionen no sólo como ventanas del mundo sino como la singularidad que todo artista debe seguir y respetar, para llegar al terreno de la universalidad.
Respecto a la labor de la crítica -trabajo que ejerció durante muchos años en la anteriormente mencionada Cahiers du Cinéma- se muestra más bien pesimista, y reflexiona inteligentemente sobre la verdadera utilidad del ejercicio de la crítica. Si bien lo considera que el diálogo entre la teoría y la practica siempre es necesario y respeta dicho trabajo, Assayas considera que el crítico de hoy en día no dialoga tanto con el artista sino, más bien, con el público.
"El crítico se ha erigido en una especie de orientador, como los críticos gastronómicos que pone estrellas a los restaurants. Ese tipo de reflexión no es estimulante. Una crítica es interesante siempre y cuando dialogue con la obra desde el punto de vista de la practica contemporánea de ese arte”.
Al finalizar la charla -que se transmitió en vivo y en directo a través del sistema de Streaming del sitio web del Festival- Assayas respondió preguntas realizadas por el público, y se explayó sobre sus trabajos por venir: un guión para la nueva película de Roman Polanski, D'après une histoire vraie; tiene pensado un papel para Sylvester Stallone en su próximo proyecto, y sigue en el circuito de festivales con Personal shopper, la película de fantasmas que lo trajo a Mar del Plata. Su reflexión lúcida sobre el panorama cinematográfico actual reveló a una personalidad no sólo talentosa sino sumamente útil para complejizar y analizar el verdadero sentido del cine.
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