Por Carlos Morelli
Proyectaron 337 películas repartidas en 17 apartados. 146 “Premieres mundiales” de un total de 72 países participantes. 61 “Operas Primas”. 33 pantallas. 32 largos y 47 cortos canadienses. Un film de 270 minutos y otro de 1 minuto. 30.918 minutos entre todas las proyecciones.
Las estadísticas de la 37ª edición del Festival Internacional de Toronto, el cada vez más convocante TIFF, son bastante elocuentes. Pero no dicen lo que debemos agregar nosotros. Que entre tantísimos títulos estuvo – como de costumbre- no sólo lo más importante del momento cinematográfico internacional: también lo más destacado que antes había pasado por Berlín y por Cannes, que estaba pasando simultáneamente en Venecia, y que estaba por pasar de inmediato en San Sebastián. Que – como es habitual – volvieron a convivir armoniosamente en la imponente programación el cine de las pantallas más poderosas con el de las usinas más incipientes; también el producto más jerarquizadamente industrial con las obras inspiradas básicamente por el compromiso y el riesgo. Que directores y actores de ancha resonancia se cruzaron con los creadores y las estrellas de mañana, o de pasado mañana. Que, cada año con mayor intensidad, Toronto sigue siendo una luminosa vitrina informativa y un agitado mercado de lo que revela. Y que, apoyando y engalanando esa doble condición, todos los nombres que mueven al negocio y a la prensa desfilan por aquí, y no solamente desde la pantalla.
¿Algunos directores? Laurent Cantet, Costa-Gavras, Neil Jordan, Barry Levinson, Sally Potter, Dustin Hoffman (sí, también detrás de cámaras), Francois Ozon, los hermanos Wachowski, Michael Winterbottom, Margarethe Von Trotta, Goran Paskaljevic, Marco Bellocchio, Jacques Audiard, Susanne Bier, Brian De Palma, Michael Haneke, Sarah Polley. Más infinidad de colegas y los argentinos Carlos Sorín, Pablo Trapero, Ana Piterbarg, Benjamín Ávila, José Luis García y Matías Piñeiro.
¿Algunos actores? Ahí va. Bruce Willis, Tom Hanks, Robert De Niro, Jennifer Connelly, Billy Bob Thorton, Penélope Cruz, Marion Cotillard, Gwyneth Paltrow, Viggo Mortensen, Julianne Moore, Javier Bardem, Adam Sandler, Keira Knightley, Mads Mikkelsen, Jake Gyllenhaal, Gael García Bernal, Naomi Watts, Johnny Depp, Kristen Stewart, Mónica Bellucci, Catherine Deneuve, Halle Berry, Vanessa Redgrave, y muchísimos (pero muchísimos) más.
El capítulo argentino – siempre esperado, indefectiblemente exitoso- se armó este año con “Todos tenemos un plan”, de Ana Piterbarg, y “Elefante blanco”, de Pablo Trapero, ambas situadas entre las “Presentaciones Especiales”; “Días de pesca”, de Carlos Sorín, e “Infancia clandestina”, de Benjamín Ávila, dentro de “Cine Mundial Contemporáneo”; “La chica del Sur”, de José Luis García en “TIFF Documentales”, y “Viola”, de Matías Piñeiro, en “Longitudes”. Hubo un visitado “stand” del INCAA en la “Sales Office” montada en el Hotel Hyatt Regency. También una relevante presencia de medios y distribuidores. Y una cálida recepción de nuestro consulado en el “Fith Element”, uno de los sitios preferidos a la hora de los brindis.
¿Títulos recordables? Aquí asentamos unos pocos. “The Master”, de Paul Anderson; “Pietá”, de Kim Ki-duk; “The Impossible”, de J.A. Bayona; “The Attack”, de Ziad Doueri; “Passion”, de Brian De Palma”; “A Royal Affair », de Nikolaj Arcel, ; « Quelques Heures de Printemps », de Stéphane Brizé ; « Fill theVoid », de Rama Burshtein ; «Eat Sleep Die », de Gabriela Pichler, « 90 minutes », de Eva Sorhaug. También –y con orgullo- « Días de pesca » e « Infancia clandestina ».
Toronto 2012 volvió a ofrendar una organización perfecta; una atención tan profesional como cordial; facilidades y cortesías múltiples para la prensa; salas de equipamiento actualísimo y confort sin fisuras; distancias mínimas hacia los destinos cotidianos principales, y varios etcéteras.
Y, como siempre, los halagos del cine presentado fueron antecedidos en cada una de las proyecciones por los ingeniosísimos cortos publicitarios de los “sponsors” del festival. Esta vez la estrella fue el “short” promocional del Sonido Dolby, con una sensualísima voz femenina que recorría la sala susurrando “All around you…” (Todo alrededor tuyo) La única queja admisible: todos nos quedamos con las ganas de ver la cara (y acaso el resto también) de la hechizante “speaker”. The End.
Los “Top ten”
1- Como siempre, y cada año más, los “voluntarios” del TIFF sumaron una verdadera legión de hombres y mujeres tan informados como precisos y cordiales, dispuestos a responder cualquier consulta y a resolver cualquier necesidad de los invitados. Esta vez llegaron a ser 2.300, todos distinguibles – también- por sus remeras de color naranja intenso.
2- En su nueva edición, el TIFF dedicó el apartado “Ciudad a Ciudad” (City to City) - el año pasado ocupado por Buenos Aires - a Mumbai, Como introducción se montó en una esquina del “Downtown” una espectacular sesión de danzas de la India, a cargo de chicas y muchachos pertenecientes a la enorme colectividad de ese país que vive en Toronto. Fue una hora de Bollywood casi a los pies de la CN Tower.
3- Si hubo un protagonismo destacado en la gratamente abrumadora programación de este año, correspondió a las cinematografías escandinavas. Tanto Suecia como Noruega y Dinamarca sorprendieron con la cantidad, diversidad y relevancia de sus propuestas fílmicas de última hora.
4- Algo para recordar. La dureza de las escenas de “Pietá” donde el coreano Kim-Ki-duk (vencedor mayor con esta obra en Venecia) muestra mutilaciones fingidas con asombroso realismo. Tampoco olvidaremos fácilmente la reconstrucción de un tsunami lograda por J.A. Bayona (el director español de “El orfanato”) en “The Impossible” y los momentos en que una castigada Naomi Watts recibe sus “lesiones” principales.
5- Nuestro querido Carlos Sorín participó por cuarta vez del TIFF, ahora con su pequeña y deliciosa “Días de pesca”. En la primera y muy exitosa proyección se dirigió al público (antes y después del film) en castellano perfecto y en inglés más que estimable. Encima la peculiar calidez personal del realizador comunicó y acarició más aún que sus palabras.
6- Así como el Festival de Cannes halaga a sus numerosísimos huéspedes con todas las variedades de un célebre café encapsulado, el de Toronto regala a los suyos con irresistibles bombones de chocolate de una marca suiza “top”. El producto estaba apenas escondido (y en cantidades aproximadamente industriales) en coquetos canastos esparcidos en los dos cuarteles generales de la fiesta: el TIFF Bell Light Box y el Hyatt Regency. Se distinguía por su envoltorio rojo y dorado y fue durante once días el más implacable enemigo de las dietas calóricas.
7- Desde ahora el “Big Ben” no será solo el emblemático reloj londinense, estrella de cara al Támesis. De aquí en más así se lo apodará también a Ben Affleck, actor y director de la muy aplaudida “Argo”. Película que para algo , y como se decía antes, “da la hora antes de tiempo”.
8- Una pequeña pesadilla alguna mañana hecha realidad en el festival: subir los 75 peldaños que van de la planta baja al primer , lejanísimo piso del complejo de salas Scotiabank Theatres. Normalmente el ascenso se concreta por una larga escalera mecánica y el descenso ocurre por otra. Ese día un espíritu enojado con los invitados (o con alguno de ellos) convirtió el acceso a esos cines en una impensada sesión de alpinismo.
9- Revolución en las bebidas gaseosas del festival. En esta edición uno podía comprar un vaso (bah, un balde vacío) y delirar llenándolo con distintas variedades (se anunciaban cien, aunque eran bastante menos) y dosis de líquidos multicolores, multisabores y multiburbujas. Otro peligro de cara a la balanza…
10 - La Festival Tower, que hace dos años se inauguró al lado del TIFF Bell Light Box como torre para viviendas de quienes quieren vivir textualmente dentro del festival, hace rato colmó su capacidad. Consecuencia: la edificación de la gemela Cinema Tower, que pronto abrirá sus puertas a vecinos que también quieren hacerse la película, aún cuando la función terminó.
© Newsline Report 2012
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