Desde el teatro hasta la tecnología de punta, Brian Allen ha recorrido un camino tan diverso como visionario. Hoy lidera el área de Servicios Creativos en Disguise, una empresa que se ha convertido en referente global en experiencias inmersivas. Pero su viaje comenzó en un escenario mucho más tradicional: el teatro.
“Crecí dentro y alrededor del teatro. Mi padre era diseñador de iluminación y escenografía. Desde chico estuve expuesto a la creación de mundos que ofrecían ilusión y narrativa”, cuenta Allen. Esa fascinación temprana por las historias lo llevó a explorar la fotografía, el cine, y más tarde el periodismo, una disciplina que, según dice, “me permitía capturar narrativas, entrevistar personas y explorar historias humanas”.
Su paso por el mundo publicitario y la producción de contenidos en Radical Media, en Nueva York, fue un punto de inflexión. “Ahí descubrí un equipo pequeño de tecnólogos creativos y diseñadores. Era una época en la que aún no hablábamos de lo ‘inmersivo’, pero ya se intuía que las marcas podían contar historias más allá de la TV o la radio”.
Ese impulso por conectar con el público de formas sensoriales lo llevó a cofundar Luminarium Experiences, un proyecto que buscaba “construir espacios programables que combinaran olor, hápticos, LiDAR y audio espacial”. Su ambición: que la gente pudiera sentirse en la Luna o dentro de una jungla.
Fue durante esa etapa cuando conoció a Disguise, empresa con la que sintió una conexión inmediata. “Lo que me encantó fue la mentalidad: nadie decía ‘no’. Siempre era ‘vamos a resolverlo’. Eso resonó conmigo. Siempre he trabajado en ese borde donde la tecnología es nueva, no comprobada, pero fascinante”.
Hoy, desde su rol en Disguise, Allen impulsa la integración entre creatividad y tecnología a través de una nueva división de servicios creativos. “Podemos sentarnos con los clientes dentro del software y colaborar en tiempo real, usando herramientas de IA generativa para crear conceptos en vivo. Es algo poderoso. Decir ‘¿y si esta escena ocurre bajo el agua en primavera?’ y mostrarlo de inmediato transforma cómo se cuentan las historias”.
Uno de los grandes desafíos que plantea es la personalización de las experiencias inmersivas comunitarias, un equilibrio entre lo colectivo y lo individual. “La gente quiere reunirse y asombrarse en conjunto, pero también está acostumbrada a contenidos personalizados, impulsados por algoritmos. ¿Cómo llevamos ese toque personal a espacios compartidos? Si sé que te encantan los tulipanes, puedo crear una experiencia centrada en ellos solo para ti”.
Además, Allen señala un fenómeno que está redefiniendo industrias: la fusión entre tecnología creativa y entretenimiento. “Antes eran dos mundos separados. Ahora Apple compite con Netflix. Estudios de arquitectura compran empresas de diseño de experiencias. Ya no basta con construir una estructura: hay que llenarla de historia, conexión y comunidad”.
Ese es, precisamente, el rol que busca ocupar Disguise en esta nueva era: “Venimos del hardware y el software, pero también del relato y la creatividad. Estamos en una posición única para definir cómo será el futuro de los medios inmersivos”.
En un mundo donde la línea entre lo real y lo virtual se vuelve cada vez más difusa, Brian Allen tiene claro su objetivo: “No se trata solo de lo que se ve o se escucha. Las mejores historias son las que también se sienten”.
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