Cine
18.09.2012
La trigésimo séptima edición del Toronto International Film Festival (TIFF) reafirmó con creces las virtudes distintivas de este encuentro no competitivo: una programación ejemplar, la reedición o el adelanto de los mejores títulos de los otros grandes festivales, una doble condición de vitrina y mercado de excepción, una convergencia de directores y actores notables, y una organización tan perfecta como cálida. Nuevamente el capítulo argentino fue muy esperado y muy feliz.